¿PUEDE TENER RELACIÓN LA ALIMENTACIÓN Y LA DEPRESIÓN?
¿Nuestra alimentación puede, en algunos casos, tener relación con la depresión?. Cuando llevamos una dieta estricta y privamos a nuestro organismo de los nutrientes necesarios ¿puede tener consecuencias en nuestra salud?
Existe una teoría de “deficiencia de monoaminas” que plantea, como factor fisiopatológico de la depresión, una deficiencia de monoaminas de serotonina, dopamina y noradrenalina o una alteración de la función de los receptores de monoaminas en el sistema nervioso central (SNC). Esta teoría es la diana de los fármacos contra la depresión.
Hay diferentes factores que influyen en el desarrollo de la depresión:
- genético
- nutricional
- estresores ambientales
- alteraciones hormonales
- alteraciones biológicas
- función de los neurotransmisores
Los nutrientes afectan a la salud mental a través de distintas acciones y pueden favorecer o interferir en el desarrollo normal del encéfalo y el SNC. Estos nutrientes sirven como precursores de neurotransmisores.
Los macronutrientes (proteínas, grasas e hidratos de carbono) actúan como fuente de energía para el encéfalo. Los nutrientes influyen en la trascripción génica, contribuyen al estado de ánimo y sensación de bienestar, pueden entrar o salir de las células relacionadas con pensamientos, emociones, estrés.
El cerebro necesita de estas sustancias esenciales llamadas nutrientes para mantener su actividad normal, mantener la función de las neuronas y los neurotransmisores del sistema nervios.
A través de los aminoácidos (proteínas) obtenemos, triptófano, tirosina y glutamina.
Minerales como: cinc, cobre, hierro, selenio, magnesio, sirven como cofactores en estas reacciones junto a las vitaminas del grupo B.
Es importante saber que estos neurotransmisores y nutrientes coordinan la comunicación interna del organismo y de éste con el entorno.
El intestino cuenta con un enorme número de neuronas, se le conoce como sistema nervioso entérico (SNE) o segundo cerebro, que funciona de forma autónoma. Entre el intestino y nuestro SNC está pasando información continuamente.
Según (Shasrkey y Savidge, 2014) los trastornos neurológicos y digestivos pueden tener componentes intestinales y encefálicos.
El tubo digestivo cuenta con millones de bacterias, más que células en todo el organismo, es de vital importancia que tengamos una simbiosis (equilibrio) de bacterias en el intestino. Tiene una relación directa en nuestra salud.
En el organismo, cuando consumimos azúcares de forma excesiva, se pueden producir fluctuaciones amplias en la glucosa sanguínea capaces de amplificar nuestro estado de ánimo y conductas anómalas según (Young y Benton, 2014).
Tanto la glucosa sanguínea elevada como la baja tienen una asociación sólida con múltiples trastornos psiquiátricos como ansiedad, depresión y esquizofrenia (según Balhara,2011).
Por lo tanto debemos ser conscientes de que cuidar nuestra alimentación es, también, cuidar de nuestra salud, tanto física, psíquica y psicológica.
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