HIPERTENSIÓN ARTERIAL, ENFERMEDAD VASCULAR
La hipertensión arterial es una presión elevada constante sobre las arterias y los vasos sanguíneos, se considera hipertensión cuando los valores están por encima de 140 mmHg la alta (presión sistólica) y la baja (presión diastólica) por encima de 90 mmHg. Los diabéticos y los pacientes con nefropatías (enfermedad renal) deben tener especial cuidado.
Como en casi todos los casos, en cuestiones de salud, el estilo de vida, las modificaciones dietéticas.. juegan un papel importante en la prevención primaria.
En EEUU una de cada tres personas tiene la presión arterial elevada. La hipertensión no tratada conduce a diversas enfermedades degenerativas como la insuficiencia cardíaca, enfermedad renal (nefropatía) y enfermedades vasculares periféricas, como lo son algunos casos de ictus.
El problema que tiene la hipertensión es que suele se asintomática, es decir es una enfermedad silenciosa hasta que se descubre y, hasta ese momento, hace daño al organismo.
La hipertensión tiene componente genético y componente ambiental. Donde podemos abordar y ayudar a nuestro organismo es en la parte ambiental: dietas ricas en sodio, el tabaquismo, la falta de ejercicio físico, pocas frutas y verduras, estrés, obesidad, etc. son algunas de las causas que favorecen la hipertensión. Debemos tener en cuenta que el mecanismo de la tensión arterial es un mecanismo muy complejo en el que interviene el sistema catecolaminérgico de origen renal.
Disminuir la ingesta de sodio (no sólo la sal con la que adicionamos la comida sino, snacks, embutidos…cargados de sal). Los diagnosticados de hipertensión no deben tomar más de 2.3 gramos de sal al día.
Recomendamos incrementar el consumo de frutas y verduras (de 5 a 10 unid al día), lácteos desnatados, disminuir las grasas saturadas y adecuar las calorías para un buen control del peso, además de incrementar la actividad física (reduce la presión arterial al favorecer la elasticidad de los vasos sanguíneos), disminuir la ingesta de alcohol, vigilar el buen consumo de potasio (estudios demuestran que buenos niveles de potasio equilibran el sodio).
Tener una ingesta adecuada de calcio, de magnesio y consumir ácidos grasos omega 3 tienen una acción indirecta pues son cardioprotectores.
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