P.: David, para salir de dudas, ¿es realmente perjudicial beber agua durante la comida? ¿Deberíamos evitar los líquidos para una buena digestión?
R.: Al contrario. La ingesta de agua no solo no supone ninguna alteración para la digestión, sino que de hecho es necesaria para que se mezclen bien todos los alimentos, facilita el tránsito, su ingestión y forma parte de ella.
P.: Y, ¿es cierto que beber agua antes de las comidas ayuda a saciar el apetito?
R.: Sí, porque lo que sucede es que, al beber, comienzan los primeros avisos al cerebro –a través del nervio vago y señales endocrinas– de que se va a realizar la digestión, antes incluso de que empiece a comer. Esto puede ser una estrategia interesante para quien tiene sobrepeso o come con ansiedad o muy deprisa.
P.: Con agua, ¿te refieres únicamente al agua mineral, o también valdría por ejemplo el agua con gas?
R.: Tanto agua normal como agua corriente, pero sin gas.
P.: Entonces entiendo que las bebidas gaseosas estarían desaconsejadas.
R.: Lo que sucede con las bebidas gaseosas es que son ricas en fósforo. En ocasiones puntuales, no pasa nada por tomarlas, pero si se convierte en un hábito, se puede romper la proporción de fósforo y calcio que tiene que haber en el organismo, que es de 2 a 1 en sangre, respectivamente. Este desajuste puede llegar a producir descalcificación ósea, piedras en el riñón, litiasis renal…
Las mejores opciones
P.: Cuando no nos apetezca agua para las comidas, ¿qué otras opciones saludables tenemos?
R.: Cuando queramos elegir otro tipo de bebida, tenemos un gran abanico de opciones, como el té, las infusiones como poleos y manzanillas, todo tipo de hierbas aromáticas… Son diuréticos, polifenoles (es decir, antioxidantes que protegen de enfermedades) y tienen micronutrientes y oligoelementos que son saludables para el organismo.
P.: En ocasiones se ha dicho que hay tés o infusiones que dificultan la absorción de nutrientes si se toman tras las comidas.
R.: No, eso es un mito. Lo que sí que compite con los nutrientes en el organismo son las sustancias que lleva el tabaco. Por eso, cuando deja de fumar, la gente suele engordar, porque además de la ansiedad que conlleva, la comida les alimenta más.
P.: ¿Y los zumos naturales? ¿Entrarían en una categoría sana?
R.: Los zumos de frutas naturales son muy saludables y tienen muchas vitaminas, pero tienen la contrapartida de que nos engordan. Vienen bien, por ejemplo, después de haber sudado bastante, ya sea por trabajo o ejercicio físico, ya que la glucosa que aportan ayudan a acelerar la recuperación.
Lo que sucede con los zumos es que eliminas la fibra de la fruta entera, y el azúcar, liberado, pasa muy deprisa a la sangre. En ese sentido, es mejor tomar la fruta entera que en zumo, es decir, al optar por esas dos naranjas enteras la fibra va produciendo saciedad y es buena para el tránsito intestinal.
P.: Los zumos concentrados no entrarían aquí, ¿no?
R.: Los zumos concentrados, llamados también ‘de bote’, llevan azúcares añadidos y la fruta es de concentrado. Así que no, nada recomendados.
Vino y cervezas: fin de la polémica
P.: Alcoholes como la cerveza o el vino, ¿pueden acompañar a las comidas?
R.: Hay que recordar que las bebidas fermentadas contienen bacterias saludables y suelen ser alcoholes de baja gradación. El vino tinto tiene polifenoles, que son antioxidantes, pero por otro lado tiene también etanol, la molécula del alcohol, que es una célula tóxica y cancerígena.
P.: Poniendo lo positivo y lo negativo en una balanza, ¿hacia qué lado se inclina?
R.: Casi que pesa más lo negativo por esa sustancia tóxica, el etanol. Lo que sucede es que depende mucho de la cantidad: una copa de vino o dos cañas son bastante saludables. Si nos pasamos, entran en juego otros equilibrios. Además, en la cerveza, se suma que a partir de cierta cantidad, el gas dificulta la digestión.
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