La Sal, aliada en su justa medida.

En la entrada del blog de hoy, quiero hablaros de una sustancia que está presente todos los días en nuestra alimentación y es la “sal”.

 

Ingerir sal en nuestra alimentación diaria es esencial por diferentes funciones metabólicas.

 

La sal o cloruro sódico en su composición química es esencial en nuestro organismo, es ion predominante en el líquido extracelular y tiene una función reguladora en el volumen del plasma sanguíneo.

 

Actúa a nivel neuromuscular y mantiene el equilibrio ácido base del organismo.

El sodio y el potasio tienen una función reguladora a nivel celular conocido como “la bomba de sodio/potasio”, que estos minerales estén equilibrados es fundamental.

 

Hablando de niveles de sal en el organismo es importante conocer la “hiponatremia”. Es una situación deficiente de sal en el organismo, donde el sodio si disminuye por debajo de 125 mEq/l empiezan diferentes alteraciones en el cuerpo como cefalea, letargia, intranquilidad, disminución de reflejos, convulsiones o incluso el coma.

Esta situación es un desequilibrio o pérdida de la homeostasis del cuerpo que puede ser fatal.

 

En deportes de larga duración, estaciones calurosas o abundante sudoración, es importante tenerlo en cuenta e hidratarse con bebidas isotónicas que restablecen los electrolitos perdidos en la sudoración, una persona que ha realizado un gran esfuerzo y ha perdido mucho sudor no debe hidratarse solo con agua, pues diluye aún más el sodio restante del organismo.

 

Por otro lado está el exceso de sal en el organismo, el órgano encargado de regular el sodio es el riñón.

La ingesta dietética diaria de sal está en torno a 5,8 gramos de sal al día dependiendo de peso y la edad de la persona. La media de ingesta en España está en 12 gramos de sal al día, es decir doblamos la cantidad necesaria de sal.

La consecuencia de este exceso de sal se traduce en litiasis renal (piedras en el riñón), aumento de la excreción de calcio y, por lo tanto, mayor riesgo de sufrir osteoporosis, esto favorece la hipertensión y, por lo tanto, la enfermedad vascular, en la cual se establece una relación entre exceso de sal y aumento de peso y obesidad. A mayores niveles de sodio en plasma, aumenta mayor circulación de leptina (secretada por los adipocitos e influyen en la respuesta inflamatoria y el factor de necrosis tumoral alfa).

 

Para terminar, quiero hacer una recomendación en el uso de la sal moderado, ya que su consumo es necesario y sano, pero su exceso es perjudicial y nos predispone a diferentes enfermedades.

Es importante identificar donde ingerimos el exceso de sal, y normalmente la culpa no la tiene nuestro salero de la cocina sino los alimentos que llevan la sal enmascarada como las salazones, alimentos precocinados, enlataos, snacks y diferentes alimentos industriales con elevado contenido en sal, como los caldos precocinados.

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