NUTRICIÓN Y CÁNCER
En la entrada del blog de hoy quiero hacer referencia al cáncer y cómo a través de una buena nutrición y hábitos de vida saludable podemos reducir las posibilidades de sufrir esta enfermedad o reducir los efectos perniciosos de esta.
El cáncer es una proliferación celular incontrolada. Este proceso a veces es benigno y no supone ningún peligro para la vida, mientras que en otros casos, tiene un efecto maligno para la salud de quien lo padece.
Básicamente es una proliferación celular que sucede por una alteración genética, y una de sus características principales, es la invasividad.
Asociada a esta enfermedad, se encuentra la caquexia (es la pérdida de peso corporal, masa muscular y sensación de debilidad). Padecer caquexia durante un proceso tumoral incrementa el riesgo de la mortalidad.
Desde la prevención podemos prevenir el daño genético relacionado con la alimentación.
Cocinar a altas temperaturas en el horno, la barbacoa o la plancha, genera sustancias tóxicas (aminas heterocíclicas, hidrocarburos policíclicos, acrilamida, etc.), ya que las partes tostadas o quemadas son sustancias perjudiciales para el organismo.
Una buena prevención basada en antioxidantes (para combatir el hábito del tabaco, el alcohol, la contaminación medio ambiental), la vitamina C, la vitamina E, el cinc y otros nutrientes, juegan un papel protector y reparador en nuestro ADN.
Reducir el consumo de sal, no sólo la que utilizamos al cocinar; sino también, la ingesta de aquellos productos que llevan la sal incorporada en su elaboración y moderar el consumo de carnes rojas, pueden favorecen la no aparición de nitrosaminas.
Existen evidencias que relacionan las nitrosaminas y el cáncer en el tubo digestivo. Para su mayor prevención, es recomendable reducir el consumo de alimentos ahumados y moderar la ingesta de alcohol.
Estas son algunas de las precauciones que se pueden incorporar en nuestro “día a día” y de esta manera fomentar la salud y el bienestar en nuestro organismo.
Al final, una dieta variada y equilibrada junto con una actividad física regular son unos buenos pilares para reducir el riesgo de esta enfermedad.
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