Alimentación y su relación con el síndrome metabólico
En la entrada de hoy quiero hacer referencia al síndrome metabólico. Es la asociación de alteraciones metabólicas como lo es la obesidad, la hipertensión, la resistencia a la insulina y las dislipemias y el denominador común que existe entre ellas. Tener niveles de grasa por encima de valores normales.
Estas alteraciones se van desarrollando desde la infancia y pueden manifestarse ya desde la adolescencia o en la vida adulta.
Detectar estas alteraciones cuanto antes, es clave para prevenir la enfermedad en esos órganos diana.
Al final el exceso de grasa o cuando la tenemos por encima de valores normales interactúa de la siguiente manera:
La grasa o adiposidad, es una inflamación del tejido donde los macrófagos y otro tipo de células proinflamatorias se ven alteradas, esto conlleva que suba el nivel de resistencia de insulina. Nuestro páncreas para llevar a cabo su función se ve obligado a secretar más niveles de insulina, muy a menudo lleva al fracaso de este órgano y a padecer diabetes tipo II.
El exceso de adipocitos hace que tengamos más grasas circulantes como los triglicéridos y los ácidos grasos libres, que nos predisponen a sufrir enfermedades arteriales como la arterioesclerosis, el infarto de miocardio o incluso el hígado graso que es la esteatosis hepática (cirrosis no alcohólica).
Este exceso de adipocitos de depósitos de grasa en el cuerpo, aumenta la actividad de nuestro sistema nervioso simpático y por lo tanto aumenta nuestra tensión arterial es decir, favorece la hipertensión. Esta hipertensión afecta a nuestros riñones, pues en gran parte son ellos los encargados de equilibrar nuestra tensión a través de las hormonas como la adrenalina, cortisol, etc.
A modo de conclusión, quiero deciros que este exceso de grasa produce un estrés mecánico intraabdominal que provoca compresión renal, nos produce una carga mecánica sobre nuestras articulaciones, oprime nuestro diafragma y no nos deja respirar bien mientras dormimos favoreciendo la apnea de sueño.
He citado algunos de los mecanismos por los cuales el exceso de grasa nos lleva a sufrir diversas y diferentes enfermedades.
Lo positivo que tiene, es que se pueden prevenir he incluso mejorar desde nuestro estilo de vida, realizando comidas sanas y no por ello menos agradables al paladar. Saber diferenciar los alimentos más saludables de los perjudiciales. Además del ejercicio físico que prácticamente podríamos catalogarlo como seguro de vida en cuanto a prevención se refiere.